EL ANTIGUO CAMINO DE MESEGAR - MALPICA
Es el segundo camino que expongo de la zona Este-Norte de Malpica, usado habitualmente antes de poner en servicio las nuevas vías de comunicación, tanto la entrada por la carretera de Santa Olalla-San Martín de Pusa como la otra desde la carretera de Toledo-Talavera. Es tan antiguo como el de Erustes, obviamente con menos tráfico de carruajes y personas por tratarse de un pueblo sin continuidad de enlace con otros más importantes. En términos comerciales o laborales, no cabe duda que esta vía cubrió las necesidades de los vecinos de ambos pueblos, Mesegar y Malpica, un ejemplo lo tenemos en los años 50 de siglo XX que en Malpica no existía el teléfono. Había que desplazarse a Mesegaral ser el punto más cercano de telefonía cada vez que se necesitaba “poner una conferencia”, término utilizado habitualmente en aquellos años, obligados a ir por un obsoleto camino a pesar de tener mejor firme la carretera de San Martín de Pusa a Santa Olalla, (la variante). Preferían ir por el antiguo camino, cuyo trayecto es más corto y así evitaban la cuesta de Tejero.
Del Camino de la Barca a Cebolla salimos hacia Corralejo, cruzamos el caserío del mismo nombre y una vez pasado, vemos a la derecha el reguero Ramasaetas y un puente de ladrillo (siglo XIX) casi tapado por la arena, de una vía que conducía a Caz, era donde recogían el agua del río para conducirla a los molinos del Marqués de Malpica. A la izquierda a lo lejos divisamos el castillo Villalba o Bolobras en ruinas donde se librarían mil batallas cayendo derrotado sin saber cómo ni cuándo, sus muros siguen aún en pie resistiéndose a caer.
Cruzamos la carretera y ascendemos por el primer cerro con arrugadas olivas centenarias para llegar a otra plantación, la de Montenegro, de olivos jóvenes de la variedad Arbequina. Antes de llegar al límite de la finca cruzamos su caserío. Debo advertir que en este caserío andan perros sueltos, entre ellos un mastín. A partir de aquí, el recorrido está lleno de sorpresa por la variedad de vegetación que existe de tipo mediterráneo; encinas, olivos, higueras, almendros, carrascos, jara blanca, retama, etc., etc.
La vecina Mesegar se encuentra en un corto valle de amplia cuenca donde se forma el arroyo del mismo nombre que fluye el agua por su seno solo cuando llueve; rodeado de cerros más o menos altos, creando pequeños vallejos de casas diseminadas con plantaciones de cuidadas higueras y olivos. Es un sinfín de sensaciones que despiertan, sin remedio, los sentidos más dormidos de quien observe este bello paisaje. Quizás Unamuno, enamorado de Castilla, nos hubiera deleitado con una buena poesía o relato sobre estos lugares, o Azorín reflejando este paisaje en unos pocos renglones en su libro “Castilla”.
Son numerosos los regueros que discurren sobre el camino dejando gran cantidad de arena sobre ellos cuando llueve. A los lados encontramos cañaverales que en algunos casos lo estrechan, generando pequeños túneles. Observamos asimismo como la vegetación que hay se repite constantemente en ambos lados.
Mesegar es un pueblo antiguo; en el medievo, después de la Reconquista, perteneció al señorío de Montalbán, con una Iglesia mudéjar construida a continuación de la de Erustes. Según los historiadores fueron los mismos alarifes que trabajaron en las dos, siendo la de Mesegar con una planta o superficie menor que la de Erustes, incluso la torre es de menor altura. Según cuenta el historiador Michel Terrasse, los ladrillos y piezas para formar los canecillos de las impostas y aleros de ambas torres e iglesias, fueron fabricados en el mismo lugar, a las orillas del río Tajo.
En Mesegar solo se conserva el estilo mudéjar de la torre; el exterior e interior de la iglesia está reformado; desapareció el artesonado y lacería mudéjar que sería similar al de la iglesia de Erustes, en buen estado de conservación, es una belleza de Iglesia. Los trabajos de restauración en la de Erustes fueron realizados en el 1982, llevados a cabo bajo la dirección del arquitecto D. Jesús Sánchez-Cabezudo Maldonado y D. Basilio Pavón Maldonado, este último uno de los mejores islamistas de España y arqueólogo, nacido en Malpica. Lamentablemente, la Iglesia de Mesegar corrió otra suerte. Este pueblo antes de pertenecer al Señorío de Montalbán, debió ser un poblado de mozárabes o hispanos-árabes hasta la llegada (1085) de Alfonso VI que reconquistó esta tierra. Cuando tomaban el poder, implantaban una administración de toda la riqueza, que recaía en alguna de las órdenes militares existentes, en este caso toda la zona fue administrada por los caballeros del Temple, los templarios. Más tarde pasó a los calatravos u orden de caballería de Calatrava. Los Templarios en un principio tuvieron su sede en el castillo Villalba para después llevarla al castillo de San Martín de Montalbán. En Mesegar aparte de otras costumbres, quedó la fiesta de “la Colorá” que en su procesión portan un palio que lleva una cruz de color rojo, la misma que llevaban los templarios en sus vestimentas, “La Colorá”. Por otra parte, son cuantiosos los restos romanos, visigodos y árabes encontrados en la finca de Montenegro, depositados en el MAN, Museo Arqueológico Nacional.
Hasta aquí he contado parte de la historia que suscitan los caminos antiguos. Repito lo mismo que escribí al final del artículo del camino de Erustes. Animo a las autoridades municipales para que tomen en cuenta la conservación de estos caminos, para el uso de recorridos para senderistas y amantes de la naturaleza.
EHdelaR 25 noviembre 2020