Hace solo dos días, diversos comentarios nos ofrecieron emotivos testimonios del trágico impacto que tuvo en las familias la mortalidad hace alrededor de un siglo.

La fría estadística añade muy poco a esos testimonios de vida, pero ayuda a enmarcar el infortunio particular en la situación general. Y a percibir lo dura que fue la vida para nuestros abuelos y bisabuelos, en comparación con la nuestra.

En 1900 el índice de mortalidad infantil era del 41%. Es decir, que casi la mitad de los nacidos fallecían antes de llegar a los 15 años.

Además, las guerras eran frecuentes (somos seguramente la primera generación sin guerras en toda la historia de España). Y muchos de los jóvenes que habían superado la guadaña de la infancia partían luego a la guerra para no volver.

Así, en 1900 la esperanza media de vida en España era de 34,8 años; y dos décadas antes, en 1882, esa media de vida era de solo 29,1 años.  El avance en ese aspecto ha sido espectacular; en la actualidad la esperanza media de vida está por encima de los 85 años para las mujeres y por encima de los 80 para los hombres.

EN NUESTRO PUEBLO, el registro municipal de defunciones se inició en 1871, como en toda España. Y el funcionario responsable confeccionó ese año un detallado cuadro, de gran interés, con datos de los fallecidos: edad, sexo y estado civil. En él podemos ver que el perfil responde a la estadística general: casi la mitad de los fallecidos (9 de 22) eran menores de 5 años y no hubo difuntos por encima de los 80 años.

Diametralmente diferente es la situación actual, como salta a la vista comparando el gráfico de aquel año con uno reciente (2018) de toda España. Hoy el índice de mortalidad infantil es mínimo; y la gran mayoría de los fallecidos (más del 70%) son mayores de 80 años.

Paco Corral                                                                                                                                      (6/3/2021)