La cal fue un elemento de gran valor durante siglos: esencial para la construcción, para la fabricación del vidrio, para curtir las pieles, como pintura higienizante en las paredes de las viviendas, etc., etc. Incluso hoy día, la cal sigue teniendo múltiples aplicaciones industriales.
En MALPICA, con terreno abundante en piedras calizas, las caleras fueron una actividad económica importante.
En 1752, de las 7 caleras que había en todo Valdepusa, 5 estaban en término de Malpica, 1 en Navalmoral y 1 en San Martín, según el catastro de Ensenada.
Fermín Caballero informa en 1825 que hubo caleras en El Torrejón, en Valdemerina y en Hornaguera Alta (ésta última con cinco hornos). El nombre “Hornaguera”, según Caballero, proviene precisamente de esos hornos.
Sin embargo, esas caleras habían cesado su actividad un año antes (1824). Las caleras de Valdemerina y Hornaguera Alta se cerraron al resultar poco rentables para el Señorío “por ser mayor el daño que causan al monte que lo que producen”.
Las del Torrejón, “hace muchos años que están sin uso y los hornos están casi del todo destruidos”. Y apunta Caballero que “si todas las caleras perjudican al monte, le dañan más las que están en los límites de la Dehesa, como éstas, porque al abrigo de ellas entran los leñaceros de los pueblos vecinos a hacer sus rapiñas”.
Pero si las antiguas caleras del Señorío se abandonaron en aquel tiempo, otras iniciativas reiniciaron la producción años más tarde en nuevas zonas. El mapa de 1881 señala caleras en La Coscoja, en el Cerro del Moro, en Tapias, en Corral Chico, y en Los Chortales, varias de las cuales se mantuvieron activas hasta la segunda mitad del pasado siglo. Algunos topónimos como el “camino de las caleras” y la “cuesta blanca”, así como el apelativo “Calero” de algunas familias del pueblo, son testimonios de aquella industria.
ACTUALMENTE, en el Vaqueril Bajo se pueden ver los restos de varios hornos algunos totalmente arruinados, pero otros con partes de su estructura bien conservadas:
- el horno para la cocción de las piedras calizas, o caluchos
- las bocas para atizar el fuego
- vestigios de cal y cenizas en las inmediaciones
También quedan los muros de la casa del calero, una interesante construcción popular con las paredes hechas de toscas y de tapial.
Y un sólido y profundo pozo a poca distancia de la casa.
Algunos escasos restos de otra calera pueden verse también en el quinto de Tapias.
Paco Corral (29/4/2021)
(Gracias a Valentín Sánchez Corral, “Tinín”, por sus valiosas indicaciones sobre el terreno)