Pues sí. Nuestros Morraches tienen un ilustre antepasado literario en una obra cumbre de la literatura universal: “El Quijote”. El fragmento es muy claro:
“Estando en estas pláticas, quiso la suerte que llegase uno de la compañía, que venía vestido de bogiganga, con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas; el cual moharracho, llegándose a don Quijote, comenzó a esgrimir el palo y a sacudir el suelo con las vejigas, y a dar grandes saltos, sonando los cascabeles… “ (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, II parte, capítulo XI)
Como vemos, Cervantes utiliza en 1615 la palabra “moharracho” que apenas ha variado, en más de cuatro siglos, hasta nuestro actual “morrache” en la forma escrita.
Y que además tiene una significación y un papel casi idénticos: el Moharrache cervantino va vestido de forma extravagante y llamativa (bojiganga), y se dedica a hacer bromas y burlas con fingidas amenazas. Igualito que un Morrache en la fiesta del Santo.
El hidalgo caballero, por cierto, llevó a bien la broma y no se inmutó. Pero Rocinante se espantó de los aspavientos del “morrache” y salió disparado a galope tendido, dando con Don Quijote en tierra; “ordinario fin y paradero de las lozanías de Rocinante, y de sus atrevimientos”, concluye Cervantes.
Paco Corral (27/5/2021)
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