A VUELTAS CON DON GORGONIO, CAPELLÁN EN CASA DE VACAS

Hace pocas semanas, Evaristo nos descubría la figura de D. Gorgonio Gonzalo, uno de los enterrados en el piso de la Ermita de San Sebastián.

Pues bien, afortunadamente, el libro de defunciones municipal conserva el acta de ese fallecimiento. Y el documento aporta interesante información que añade datos a los ya recogido por Evaristo en su excelente investigación sobre aquel destacado personaje.

Declarante de la defunción es Da. Carmen de las Heras, a quien Evaristo identificaba como su ama de gobierno y a la vez beneficiaria única de su testamento.

Según el acta, Da. Carmen de las Heras era soltera, mayor de edad, natural y vecina de Malpica, y residente en la calle Real nº 2, que era también la residencia de D. Gorgonio. Y añade el documento que Da. Carmen era “maestra de instrucción pública”.

Esa curiosa situación de la maestra viviendo en la misma casa del capellán y siendo beneficiaria única de su testamento, da para muy diversas interpretaciones. Pero eso ya es terreno de la fantasía.

Gorg

Volviendo a D. Gorgonio, el acta precisa que sus apellidos eran Gonzalo Cabezuela y que era natural de Sotillo de la Adrada (“de la Drada” en el documento), provincia de Ávila, de donde eran vecinos sus padres, ya difuntos, Manuel Gonzalo y María Cabezuela.  Y confirma que era “religioso exclaustrado de la orden de San Francisco”, añadiendo el relevante dato: “hasta el día, capellán de la Ermita de Casa de Vacas en este término municipal”.

Esa aparente contradicción de un exclaustrado que ejercía de capellán y es enterrado en una ermita, parece responder seguramente (como bien apuntó Felipe Robles) a que en ese tiempo las desamortizaciones de Mendizábal (1837) y de Madoz (1855) habían cerrado conventos y dejado en la calle a una gran cantidad de frailes que tuvieron que recolocarse en otras ocupaciones. Esos exclaustrados, por tanto, no lo fueron ni por decisión propia de apartarse ni por sanción eclesiástica, sino por el cierre y venta de sus conventos; de manera que pudieron seguir ejerciendo, cuando encontraron lugar para hacerlo.

El documento señala también que D. Gorgonio murió de “un catarro bronquio pulmonar”. Y confirma datos ya aportados por Evaristo: que falleció el 16 de marzo de 1871, que tenía 60 años y que sería enterrado “en la Ermita de San Sebastián”. A diferencia del resto de difuntos registrados, que son enterrados “en el cementerio de San Sebastián”.

Escribía Aurori en un comentario reciente que estás páginas nos permiten “ir construyendo, entre todos, la memoria colectiva”. Y éste es un buen ejemplo.

Paco Corral                                                                                                                                      (10/9/2021)

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