Es un orgullo y una gran riqueza cultural para Malpica el que una tradición popular tan antigua como Los Morraches se haya conservado en nuestro pueblo.
La supervivencia no fue fácil. Algunas autoridades eclesiásticas veían con recelo esas expresiones populares que escapaban a su control y que contenían rasgos "paganos" y acciones "irreverentes". Otras, en cambio, estaban muy a favor, pues valoraban su gran magnetismo para atraer y congregar la devoción popular en torno al Santo.
También, en algunos casos, autoridades civiles desconfiaban del uso de máscaras, pues podían encubrir la comisión de delitos.
Las PROHIBICIONES fueron frecuentes. El Sínodo de Ávila (1481) las rechaza porque: "...faziendose homarraches, y dizen muchas burlas y escarnios y cosas torpes y feas y desonestas de dicho y de fecho...”
En PARRILLAS se prohibieron en 1730: "…tras varios intentos anteriores, el obispo de Ávila suprimió los "muharraches" de Parrillas ("jumarraches" dice el decreto) por considerarlos irreverentes y torpemente profanos". (José María Gómez Gómez en "La Voz del Tajo", 20 enero de 2017).
En NAVAHERMOSA fueron prohibidos en 1742 "..la supresión de los moharraches navahermoseños por decisión del Fiel del Juzgado en 1742 y el paso del tiempo hizo desaparecer de la memoria colectiva esta costumbre…" (Ventura Leblic en "San Sebastián y los moharraches de Navahermosa" 2018).
En CARPIO se prohibieron en 1786: "...ha llegado a entender su merced se cometen ofensas a Dios, con motivo de los disfraces, que usan con vestido de botarga los hombres, a quienes llaman morraches (…) Mandó su merced que el cura, que es o fuere de esta parroquia, de acuerdo con la justicia de este pueblo, impida la salida de dichos morraches, así en dicha función como en otras". (Santiago Zamora Sánchez en " El Carpio de Tajo", 2000).
También en MALPICA los Morraches estuvieron a punto de desaparecer. Y si se conservan hasta hoy ha sido gracias a su fuerte arraigo en el pueblo, que se resistió a perder algo que considera parte de su identidad.
Seguramente hubo intentos de prohibición anteriores, pero hay un caso reciente que conocemos por tradición oral. Así me lo narraron varias personas que lo vivieron y que me merecen absoluta credibilidad:
Sucedió hacia los años 1950, cuando un párroco cuyo nombre no recuerdo, anterior a D. Alberto, decidió acabar con los Morraches. Ocurrió que vino el obispo de la diócesis para la fiesta y algunos Morraches no tuvieron mejor ocurrencia que hacerle objeto de sus típicas burlas; y parece ser que cuanto más se enfadaba el prelado, más disfrutaban los Morraches dándole la matraca.
El párroco, que tendría que sufrir la indignación episcopal, consideró que aquello había sobrepasado los límites del respeto a la jerarquía, y decidió acabar con los Morraches; o bien se lo exigió el obispo. Y el año siguiente, llegado el día de Reyes, cerró bajo siete llaves la dependencia parroquial donde se guardaban los trajes y no permitió que nadie los utilizara.
Ya se daba por liquidada la tradición de los Morraches. Llegó el día de la víspera y el pueblo se congregó como siempre en la ermita para bajar al Santo, pero todo aquello resultaba muy soso y deslucido; faltaba algo. Faltaban el colorido, el ruido y el regocijo de otros años, y se veía a la gente como triste y expectante.
Pero apenas la imagen traspasó el umbral de la puerta de la ermita… brotó de repente el estruendo atronador de los cencerros y apareció un tropel de Morraches que habían permanecido escondidos tras la tapia del cementerio y que comenzaron a rodear al Santo con el homenaje de sus gandarras y cachiporras.
Resulta que, calladamente, la gente (dicen que animados por el alcalde) había ido adquiriendo telas. Y las mujeres del pueblo habían confeccionado los trajes robándole horas al sueño noche tras noche.
Hasta entonces, los Morraches habían logrado superar obstáculos y prohibiciones a lo largo de siglos, gracias seguramente a haber sabido asimilarse a la festividad religiosa. En aquella ocasión, fue la firme determinación del pueblo y su inteligente astucia lo que permitió que esa tradición ancestral no se perdiera y que haya llegado hasta nosotros viva y vigorosa.
Paco Corral (21/01/2022)