LA BANDA DE ALEJANDRO SOTO

    La primera banda de música de Malpica fue fundada en 1944 por Alejandro Soto Robles que habiendo aprendido música y sabiendo tocar dos instrumentos, el piano y violín, un día decidió enseñar a unos jóvenes del pueblo para después formar una banda de música.  El tío Soto, como así le llamaban, iba a la vecina localidad de Cebolla a tomar las clases de música del maestro Carretero. Con él aprendió los primeros compases de lo que más le gustaba, la música, y se pasó varios años yendo en bicicleta o andando, no importaba el sacrificio del traslado, hiciera frío o calor, con tal de aprovechar aquellas clases.

     Soñaba con formar una banda y se puso “manos a la obra” hablando con quienes estaban interesados en tocar un instrumento, hasta llegar a tener 17 personas dispuestas. Comenzaron los ensayos, días tras días en el corral de la Chabola, la casa donde vivía el tío Soto con su familia.

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     Esto lo alternaba con los ensayos que hacía en el lugar de El Tejar, por debajo de la huerta del Prado o “Prao”, para ir en formación andando y tocando a la vez. Había que estar preparados para sus actuaciones en las calles, midiendo la distancia en línea entre ellos y procurando no tropezar, y nada mejor que ensayar los pasos en repetidas ocasiones. Estuvieron casi un año actuando sin uniformes, esto no era lo adecuado y decidieron ir como van todas las bandas, elegantemente uniformados.

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     El director Alejandro Soto junto con Eugenio Marcos el representante de los padres de los músicos, encargaron 18 trajes al sastre de Mesegar, Isidro Higueras Vargas para una fecha determinada. Aparte están los instrumentos que los compró cada uno. Como podéis ver en el contrato los músicos tenían un representante y el acuerdo se hizo mediante dicho documento, ¿qué podía fallar? Se cumplió tal como estaba previsto y los músicos tuvieron sus uniformes para la fecha acordada.

CONTRATO DE COMPRA DE TRAJES B

LA BANDA DE MALPICA B

 

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    La banda daba conciertos no solo en el pueblo sino en otros cercanos donde eran requeridos para amenizar la fiesta patronal o por otros motivos. Estuvieron en Toledo en un concurso de Bandas de toda la provincia donde nuestra Banda quedó en los primeros lugares.

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    En los pueblos después de las actuaciones los altruistas vecinos hospedaban en sus casas a los músicos durante los días que duraba la fiesta. Les daban pastas y rosquillas que algunos por gastar una broma guardaban, sin que los vieran, en el trombón o saxo y al soplar salían disparadas del instrumento, provocando las risas de todos. Otros se atrevieron a tomar cerveza por primera vez en su vida diciendo al probarla que aquello estaba muy amargo. En los festejos taurinos celebrados en el corral de “la Chabola” la banda acompañaba y animaba al público que asistía haciendo más ameno el evento. Después de unos años de actividad musical esta Banda se deshizo por motivos laborales o cambio de lugar de residencia de los músicos.

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    El tío Soto, el director de lo que fue la primera banda de música en Malpica, siguió practicando la música en su casa o en el armonio de la iglesia tocando en los actos religiosos. Nunca dejó de tocar.  Tenía un piano que tuvo que vender y conocía tan bien su sonido que ya habían pasado varios años, cuando cierto día llegó al restaurante de la Montaragueña de Talavera, alguien tocaba un piano.  Rápido identificó los sonidos que salían y dijo que era el suyo, las lágrimas se le caían de la alegría que sintió. Pidió permiso para tocar unas piezas y según cuentan su alegría era inmensa de haber podido tocar una vez más “su piano”. Al final de sus días demostraba su apasionamiento por la música a cuantos le visitaban moviendo ágilmente sus dedos sobre las teclas, estos parecían volar sacando las notas de sus canciones preferidas.

   En la foto de la banda comenzando por abajo y de Izquierda a derecha están en la primera línea, Gregorio Corral “Goro”, Pepe “Ferre”, Aurelio “Barrena”, Lucio Rojas, Jose Luis Galindo. Por la segunda fila a la izquierda, “Requeté”  (¿……?), Magdaleno  “Macaco”,  “El tío Zorrito”, (¿……?)   Eugenio Marcos “el Carbonero”. En la última a la izquierda, Ángel “el Albarrán”, Amador ”Perfecto”, Pepe Ribera, Anselmo Mata “Meme”, El director Alejandro Soto, Gerardo Soto “Berrendo”, Casado “el Gordo”. Y sin nada que ver con la banda ahí está “Cagueto”, entre Gerardo Soto “Berrendo” y Casado “el Gordo”.

    Un recuerdo cariñoso para todos ellos que con su sacrificio y tesón consiguieron formar la primera Banda de música en Malpica. Alguien recordará todavía los pasacalles y canciones que magistralmente los músicos lograban tocar con sus instrumentos.

EHdelaRocha  02 de Nov. 2020

Aprovecho  para exponer  el artículo que D. Felipe Robles Ballestero escribió en Facebook a raiz de publicar “LA 1ª BANDA DE MÚSICA. MALPICA”

EL MÚSICO

Don Alejandro Soto Robles, el músico, el que produjo la chispa de pulsar y unir voluntades para crear en nuestro pueblo la primera Banda de música, que fue la madre de todas las que después surgieron.

Tenía yo verdaderos deseos de hacer, aunque fuera un esbozo del perfil, desde mi punto de vista, de este gran hombre, como músico, enseñante y autodidacta, poniéndomelo en bandeja Participación Ciudadana, por su publicación sobre la Banda.

El músico y en general el artista ¿ nace o se hace ?

Ya a Horacio en una de sus Odas, le formulaban tal pregunta y respondía :" ego nec studium sine divine vena, nec rude quid prosit video ingenium..."

Que venía a decir: yo no veo de qué puede servir el estudio sin una rica inspiración, así como el ingenio aplicado rudamente, antes bien, ambos se complementan mutuamente y se conjuran como amigos.

Alejandro nació músico y algo tuvo que intuir el Tío Benjamín para mandarle a estudiar piano, a fin de "hacerse"... músico, claro, a pesar de la época y a pesar de las no supuestas estrecheces económicas.

Su padre fue el Sacristán de la Parroquia y sabía de la música y del canto, sobre todo del litúrgico.

Alejandro se adelantó en su venida a este mundo. SI hubiera nacido un siglo después, con sus aptitudes, tendríamos un Músico, en el más amplio sentido del término, pues hubiera pasado por el Conservatorio, para cursar el Grado Elemental, después el Superior y... quién sabe, a continuación hubiera estudiado Armonía, Contrapunto y Composición y , posiblemente, Dirección de Orquesta, como no podía ser de otra manera.

Pero bueno, la historia no se puede cambiar y Alejandro vivió y murió siendo músico, de pueblo, pero músico.

Ejerció de organista y director del coro de la Parroquia, hasta que las fuerzas físicas le abandonaron y desde entonces aquel armonio, ya un tanto viejo y fatigado, se quedó en completo silencio.

Me conmovió antes y ahora, la anécdota del reencuentro con su piano,cuandoasistía con María, su mujer, a una boda, que narra Participación Ciudadana en su publicación sobre la Banda y que Conchi también me lo había contado hace tiempo : --María, ese es mi piano--, exclamaba, emocionado, al oír, sin ver, el instrumento.

Este detalle del reconocimiento de su piano, es propio de una exquisita sensibilidad de un músico de verdad.

Un pianista conoce el sonido y timbre de su piano, igual que un violinista el de su violín. Dos pianos o dos violines, aunque sean del mismo constructor, no suenan igual, existe entre ellos una sutil diferencia tímbrica, que solo un buen músico, como lo era Alejandro, puede apreciar.

Y termino con otra anécdota relacionada con el tema.

Hace ya unos años, bastantes, que Eduardo, nieto de Alejandro, se presentó en mi casa, con una cosa que parecía un violín y que era de su abuelo, por si, según su madre, se podría hacer algo con aquel "cadáver de instrumento ", antes de arrojarlo a la basura o a la estufa.

Después de no sé cuánto tiempo, no mucho, pudimos restaurar y revivir el instrumento y su arco. Una vez terminado y ajustado, mandé recado a Conchita para su recogida. Al llegar, se encontró con una batería de cinco o seis violines, no pudiendo reconocer el de su padre. Al indicarle cuál era el suyo, se quedó tan sorprendida del profundo cambio, que inmediatamente llamó por teléfono a Alejandro y este, al descolgar el auricular, pudo oir unas escalas que, el que suscribe ejecutaba al mismo tiempo que su hija le decía: "Este es tu violín ".

Cuentan las crónicas que, en esta ocasión, Alejandro también lloró al oir su instrumento.

El sentimiento, unido a su gran humanidad y su alma de artista, adornaban a Alejandro, como a todo buen MÚSICO , con mayúsculas.

Va por él.

Malpica , noviembre de 2020.

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