EL ALBOROQUE.  MALPICA

   Es una palabra que nos dejaron los árabes,  البورق    pronunciada Alburk, y con el paso del tiempo se deformó en Alborok, y más tarde alboroque, cuyo significado es la gratificación o el regalo que se hace en una transacción económica o compraventa de algo. También se emplea para gratificar con una recompensa a las personas que han contribuido a culminar un negocio. Asimismo, el costo del alboroque podía ir incluido en el precio final. Aunque la palabra ha cambiado, su significado es el mismo. Pero nosotros lo hemos conocido debido a una costumbre que lamentablemente se ha perdido, el llamado alboroque.

     En cierto artículo ya escribí que la pérdida de los oficios llevaba consigo la desaparición también de las costumbres,paralelas  a lo largo de los siglos.

   El alboroque estaba ligado con una celebración festiva al final de la campaña de la varea que cada año reunía cuadrillas de hombres y mujeres para recoger la aceituna en los extensos olivares que teníamos alrededor de Malpica.  En la actualidad, salvo casos puntuales, apenas hacen la varea por la cantidad personal que necesitan; al variar el sistema de plantaciónes más viable el uso de modernas máquinas para la recogida de la aceituna, huelga decirlo porque ya conocéis la recogida por vibración y abanico y el de arco.  Consecuencia de la mecanización del campo que disminuye la mano de obra.

   Antes era un trabajo duro por tener que soportar el frío; con sol, con frío o con escarchas había que cogerla a mano, quedando los dedos entumecidos por ese frío que eliminaba la sensibilidad en los dedos, tanto que no notabas si tocabas una aceituna o una piedra. A veces se estaba más tiempo junto al fuego de una buena lumbre que recogiendo aceitunas.

   No todos los agricultores celebraban  el alboroque  que con su familia habían hecho “la varea” aunque algunos lo celebraban en la intimidad del hogar. Este evento era propio del Marqués de Malpica o Duque de Arión por la magnitud de personas empleadas en sus tierras que cada año. Los asistentes eran mujeres, hombres y mozalbetes que habían intervenido en la recogida de las aceitunas para llevarlas a la almazara de su propiedad que estaba en la casa de labor en la nave junto a la carretera de San Martín. El último día de varea los trabajadores eran gratificados con una merienda preparada para todos y regada con buen vino, que en una bota corría entre los asistentes.

   Terminado este pequeño ágape, el grupo lleno de alegría y jolgorio recorrían, seguidos de multitud de chiquillos, las calles de Malpica cantando todo lo que sabían, sobre todo aquellas canciones de -- Y son, y son, y son unos fanfarrones que cuando, etc.—o aquella otra de --Estando el Sr. don gaaato, subidito en su tejado, marramamiau, miau, miau …. --.  Durante el recorrido paraban en algunas esquinas para bailar al ritmo de esas canciones, con un nutrido público de los vecinos que salían de sus casas para verlos.  Y de vez en cuando un trago de vino de la bota  que pasaba de mano en mano alegrando más al conjunto de participantes. Siendo niño asistí en la comitiva siguiendo al grupo gratificado con el alboroque, fue en el 1956, creo que fue la última vez que se celebró.

    La celebración del alboroque tenía lugar en ciertos pueblos al final de la vendimia, en Villarrobledo (Albacete),en Murcia.  En otros lugares, como en pueblos de Salamanca, para celebrar la venta de algo se regalaba un cántaro de vino o una merienda. También el gremio de la construcción no era ajeno a este tipo de celebración del alboroque en algunas provincias españolas, cuando se  “cubre aguas “  o  en la  “puesta de bandera”  en las obras, lo celebran con una comida o merienda.

   Recuerdo a Pilar la “Seisdeos”, la esposa del tío “Lechuza” como unas de las protagonistas de aquel alboroque. Animaba mucho al grupo y siempre dispuesta a bailar. Un beso para ella.

  Esta costumbre se perdió, era bonita por su significado y por la alegría que transmitía en su celebración. ¿La recuperaremos alguna vez?

EHdelaR   27 enero 2021