Fermín Caballero escribió en 1825 en Malpica una poesía ("Romance") que reproduzco al final, dedicada al río Tajo a su paso por nuestro pueblo.
El poema tiene indudables valores estéticos, está muy bien versificado, contiene bellas imágenes y un original desarrollo poético y conceptual.
Y en ella habla de una misteriosa AMARILIS de la que Caballero dice estar enamorado ("mi prenda", "mis amores") y a la que el Tajo asusta cuando sus crecidas amenazan al castillo de Malpica.
¿Quién podría ser esa secreta dama cuya identidad oculta Caballero bajo el nombre de una ninfa griega?
El poema ofrece algunas pistas concretas: que "se alberga" y "reina" en el castillo; que es "andaluza" y "sevillana"...
Esos pequeños detalles inducen ya la sospecha de que esa amada de Caballero podría ser la propia marquesa: María de la Encarnación Francisca de Asís Álvarez de las Asturias Bohorquez y Chacón, esposa del entonces marqués, Joaquín Fernández de Córdoba y Pacheco.
Escribir que "reina" en el castillo, parece apuntar directamente a la marquesa. Era, además, andaluza; nacida en Córdoba, y seguramente con casa en Sevilla.
Y hay otros datos que vienen a reforzar la suposición:
- Caballero y la marquesa eran muy jóvenes y casi de la misma edad. Tenían 24 y 26 años cuando Caballero llegó a Malpica. El marqués tenía 37.
- Caballero dedica a la marquesa su "Descripción…", con el pie de firma SSSQSPB (Su Seguro Servidor Que Sus Pies Besa) sin dedicatoria ni referencia al marqués. Este hecho ya llamó la atención de Arsenio Talavera en su libro "El Estado de Valdepusa y Malpica", quien comenta que "nos dejará siempre la duda de la relación de D. Fermín con la Marquesa".
- El primer nombre de la marquesa, María, es claramente próximo a AMARILIS, ninfa griega muy evocada en la literatura. Desde Virgilio, que llamó "Amarilis" a una de las pastoras de sus églogas, hasta Lope de Vega, que escribió la "Égloga a Amarilis", dedicada, por cierto, a una mujer casada de la que estaba enamorado.
- Según cuentan sus biógrafos, Fermín Caballero hacía referencias a algo que le habría ocurrido en Malpica, pero que nunca quiso revelar a nadie.
En conclusión, es muy probable que esa poética Amarilis de Caballero fuera precisamente la marquesa. Si esos amores fueron solo platónicos y literarios, o llegaron a más, es ya terreno para la imaginación y la fantasía.
Paco Corral
Romance
Aguas límpidas del Tajo
cuyas argentadas perlas
hacen tan lindos esmaltes
con las doradas arenas;
objeto fuisteis muy digno
de las sonoras endechas
de los elegantes versos
que, inflamados, compusieran
los antiguos trovadores
y los modernos poetas
imitando la armonía
de la avecilla parlera
que con sus trinos conmueve
en la frondosa alameda
a los trigueños pastores,
a las zagalas morenas.
Justos fueron sus loores;
debido fue que dijeran
del Tajo elogios sin cuento
por su caudal, sus riberas,
su largo curso que lo hacen
el primer río de Esperia.
Pero ¡ah río fementido!
que en tus avenidas ciegas
ni respetas los vallados,
ni dique alguno respetas.
¿Por qué profanas, osado,
las murallas, las almenas
del castillo respetado
de la barbarie agarena?
¿Por qué a penetrar te atreves
do mis amores se albergan,
donde está mi pensamiento,
donde mi Amarilis reina?
Como aragonés de origen
y de castellana escuela
eres incivil, grosero,
duro y de bajas maneras.
Henchido de mil torrentes
trocando en cauce la vega
y con espumosas olas
azotando las praderas
vienes a asustar, oh Tajo,
a la zagala más bella
a la más tímida ninfa
que el valle de Pusa viera.
Como traidor la sorprendes,
como cruel la amedrentas,
la persigues sin respeto
y la atacas indefensa.
El susto, el pavor, el miedo
tanto a Amarilis aqueja,
que fuera de sí, aturdida,
ignora donde se encuentra.
su fantasía andaluza,
su sevillana viveza,
la hacen ver cambiado el mundo
y trastornada la esfera:
sin saber do el sol camina,
ni donde el norte se encuentra,
ni si el curso de las aguas
es por izquierda o derecha.
A la empinada Toledo
subir navegando piensa,
y no teme que la arrastre
la riada a Talavera;
ni en Alcántara medita,
ni de Lisboa se acuerda.
Así, oh Tajo malhadado,
has trastornado a mi prenda
a la que hasta aquí de juicio
y de saber pruebas diera.
Por Neptuno te conjuro
que en lo porvenir no vuelvas
a profanar el Castillo
do mis amores se albergan,
donde está mi pensamiento,
donde mi Amarilis reina,
dando envidia a las zagalas
y a los pastorcillos penas.
Malpica - agosto 1825